Los dispositivos electrónicos se han posicionado de tal manera en nuestra vida cotidiana, que es imprescindible cargar una en tu bolsillo, como un teléfono celular; o una cámara digital en nuestra mochila o automóvil. Estos aparatos han llegado a nosotros simplificando nuestras tareas y agregándole valor y eficiencia al tiempo en el que las realizábamos sin ellas como lo es las fotos digitales, el proceso de revelación, hoy en día ese mercado no posee el mismo auge que hace unos ocho a diez años.
Pero viéndolo más a fondo, añadiendo un carácter filosófico al asunto: ¿de verdad necesitamos muchos de los dispositivos que compramos hoy en día? ¿Son tan esenciales?
Si analizamos aparatos por su utilidad y eficiencia los computadores modernos superar por millones las aplicaciones y la productividad, están al alcance de muchas personas herramientas de software que increíblemente nos transforman en un diseñador gráfico profesional, o en un fotógrafo; en un compositor, en un “dj” o “vj”, en un gran escritor, en un ávido conductor de carreras, o de vuelo por medio de simuladores,… y podríamos agregar miles de cosas más en las que nos convierte sin mucho conocimiento estos sagrados y benditos dispositivos.
Pero en donde está el meollo de la existencia de estos dispositivos; pues simple, en el conocimiento, en el consumo y primordialmente en el desarrollo social de las relaciones humanas.
Éstos aparatos facilitan tanto la vida del ser humano que aletargan un desarrollo mental y psicomotriz que es adecuado evolucionar sin dependencia directa de éstos, veremos, como la tecnología puede desplegar mejores formas de hacer ejercicio, organizar las rutinas y mostrar tu desempeño a través del entrenamiento, mas, ¿dejaríamos de realizar esta actividad si no tuviéramos estas herramientas?, o llevándolo al ámbito profesional, tareas como la investigación inclusiva en una biblioteca, no deseo ser generalista, sin embargo para el ser humano promedio y mediocre (la investigación tienen nombre de websites o sólo se usan comandos para copiar y plagiar sin incurrir en la lectura y el análisis, esto a su vez produce una degeneración de la mente, de la memoria, de la deducción, y de la creatividad pues copiamos todo.
Si estudiamos el consumo, adquiere crecimiento exponencial; la demanda de éstos, la publicidad que seduce al consumidor y lo persuade a comprar y usar algo que no necesita realmente. La constante actualización de los productos genera una evocación del gasto, del deseo de obtener lo mejor…lo nuevo…lo último…sin embargo estas actualizaciones en ese corto lapso no son tan significativas (no me opongo a comprar artículos más modernos, sino el desenfreno con el que uno nuevo mueve nuestro sistema mental, nos altera y nos desubica de realidades y problemas con más prioridad como las relaciones humanas).
Las relaciones humanas son el problema más prioritario a nivel mundial, el rompimiento de la unidad familiar, de los lazos que se crean con sentimientos verdaderos, con situaciones verdaderas, con el decaimiento de la moral ( no la religiosa, para no ser excluyentes, sino la moral o ética natural que une al ser humano como especie y como ser racional, social, emocional…) porque todas las prácticas y planes que se proyectan olvidan lo que son las relaciones humanas, y los derechos y deberes que implican se posicionan por debajo del desarrollo tecnológico. Las tecnologías y redes sociales, que nos encantan, facilitan la comunicación con personas que no podemos ver directamente, es fascinante. Pero inconvenientes como el abandono a alimentar una relación humana, por atragantarse por el abrumador desarrollo tecnológico podría causar una degeneración social.
Con la tecnología deberíamos darnos herramientas, y brindarnos tiempo para fomentar el desarrollo humano, la convivencia, los valores, la paz… ; mas no deberíamos atragantarnos en ella e indigestar nuestras relaciones humanas, que son los lazos más trascendentales de un ser tan imperfecto, pero hermoso como el ser humano.